La humanidad siempre se ha jactado de la protección a la infancia, por ello se han creado innumerables instituciones para su protección, junto con organizar asambleas que se discute sobre el tema cuyo único fin es certificar el desarrollo integral de los menores en cada país.
Originándose así La Declaración Universal de los Derechos del Niño la cual es distribuida, expuesta, leída y comentada en las escuelas y otros establecimientos de enseñanza, sin distinción fundada en la condición política de los países o de los territorios.
Cabe destacar, que la convención sobre los derechos del niño es el instrumento de derecho humano que ha recibido una ratificación universal en los países de América Latina y el Caribe y que tiene carácter vinculante y jurídicamente obligatorio.
Resaltando uno de sus principios que se estaría violando al permitir el trabajo infantil, el número cuatro en la que da mención “El niño debe gozar de los beneficios de la seguridad social. Tendrá derecho a crecer y desarrollarse en buena salud; con este fin deberán proporcionarse tanto a él como a su madre, cuidados especiales, incluso atención prenatal y postnatal. El niño tendrá derecho a disfrutar de alimentación, vivienda, recreo y servicios médicos adecuados”.
¿América Latina cumple estos principios de protección?
Según La Organización Internacional del Trabajo “OIT” calcula que en América Latina, al menos 20 millones de niños y niñas están económicamente activos, lo que significa que uno de cada cinco menores trabaja.
El trabajo infantil en la región tiene una serie de rasgos distintivos y comunes. En primer lugar se asienta en el ámbito de la informalidad, ya que el 90% de niñas y niños trabajadores se insertan bajo ocupaciones de este tipo. La participación laboral infantil se ha igualado notablemente entre los sectores rural y urbano, y en la división por género, se tiende también a una proporción similar si tomamos en cuenta que el trabajo infantil doméstico, remunerado o no, ocupa a un gran número de niñas generalmente excluidas del sistema educativo. Se estima que al menos el 50% de la mano de obra infantil no recibe remuneración alguna, y aquellos que perciben algún salario, se sitúan muy por debajo de los niveles legalmente establecidos en los países.
Con estas cifras entregadas por OIT, queda de manifiesto que en la práctica no se está cumpliendo con los compromisos establecidos a nivel internacional para garantizar la protección a los menores, lo que resulta más triste es que estamos fallándoles a los hijos de América, quitándoles sus sueños e ilusiones trasformándolos en objetos de las actuales formas de producción, al más estilo revolución industrial.
Algunos estudios ya han demostrado una clara relación entre el trabajo infantil y la exclusión educativa.
¿Cuales son los riesgos?
Según las niñas y niños trabajadores se enfrentan constantemente a riesgos físicos que van desde inhalaciones tóxicas, quemaduras leves, hasta daños mayores como pérdida parcial de vista, mutilaciones, afecciones bronco/pulmonares, reacciones alérgicas, problemas dermatológicos y enfermedades infecto contagiosas. Estos riesgos están directamente relacionados con el tipo de actividad que desarrollan sin ningún criterio de seguridad.
En América Latina se ha detectado participación laboral infantil en sectores como la agricultura comercial, el trabajo doméstico, la minería artesanal de oro, la fabricación de ladrillos o la explotación sexual comercial infantil.
Como un verdadero ejército de mano de obra de reserva para labores que desagradan a muchas personas adultas y que no están dispuestas a cumplir por una suma de dinero reducidas y que un niño por necesidad de ayudar a sus padres lo hará sin reclamaciones por cualquier suma de dinero.
¿Quiénes son los más perjudicados?
Los niños y niñas que viven en los hogares más pobres y en zonas rurales tienen más probabilidades de ser víctimas del trabajo infantil. Por lo general, el trabajo doméstico recae en su mayor parte en las niñas. Millones de niñas que trabajan como empleadas domésticas están expuestas a la explotación y el maltrato. El trabajo suele interferir con la educación de los niños y niñas. Velar porque todos los niños y niñas vayan a la escuela y reciban una educación de calidad son las claves para prevenir el trabajo infantil.
Los desafíos para nuestro continente
A través de informes realizados por la OIT, se señala que en América Latina existe una necesidad de controlar el trabajo infantil ya que muchas familias pobres, especialmente hogares que conforman una estructura monoparental liderado por mujeres que deben obligar a sus hijos a trabajar para apoyarlas económicamente. Aunque el trabajo dificulta la escolaridad, y en muchos casos la impide, el trabajo infantil ha dejado de ser sinónimo de deserción escolar.
En tal sentido, la OIT llama a los gobiernos de la región a emprender la reforma educativa como un instrumento prioritario del combate contra el trabajo infantil. Según La Organización Internacional del Trabajo en su oficina regional para América Latina y el Caribe, nuestro continente se encuentra trabajando con el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) de la OIT, tiene como objetivo la erradicación progresiva del trabajo infantil, a través del reforzamiento de las capacidades de los gobiernos para enfrentar los problemas relacionados con éste, mediante la creación de un movimiento mundial de lucha contra el trabajo infantil. El punto de partida de toda acción del IPEC es la voluntad y el compromiso político de cada gobierno para enfrentarse a la temática del trabajo infantil en colaboración con las organizaciones de empleadores y de trabajadores, otras ONG y con sectores relevantes de la sociedad, como son las universidades y los medios de comunicación.